
Aquello no era como lo de ahora, y no es una frase de esas que reclama lo de que cualquier tiempo pasado fue mejor, no… sin duda el mejor tiempo es el de ahora (siempre). El único que tenemos y con el que podemos intentar algo decente… Con el pasado, deleitar la memoria y aceptarlo… Con el futuro, esbozarlo, pero la experiencia demuestra que suele ser inesperado y cargado de incertidumbre … Pero es que aquello no era como lo de ahora. Recuerdo perfectamente el momento en que descubrí todo aquello, era terriblemente joven, era un domingo al atardecer a pocos metros de la orilla del mar, en la ciudad. La calle dibujada en ríos de actividad humana en atuendos diversos y llamativos, una fiesta para la observación.
Unos días más tarde regresé y entré por primera vez en Coliseum. Y aquella frase de Maya Angelou de “La gente olvidará lo que dijiste, lo que hiciste, pero nunca olvidará como la hiciste sentir”, cobró sentido… Aún recuerdo aquella sensación, la del descubrir, la de sentir que formabas parte de algo… Aquellos huecos ocupados por la humanidad, las danzas, la iluminación, la música, la identidad, el atrevimiento, la diversidad.
«Aquellos huecos ocupados por la humanidad, las danzas, la iluminación, la música, la identidad, el atrevimiento, la diversidad»
Más tarde, fuera de la ciudad, otro día, tras una cena en la arena de la playa con un grupo de amigos, nos desplazamos por la orilla hasta entrar en Barraca, de nuevo aquella sensación y el descubrir. Me cautivó la zona del circo donde unos caballitos del tíovivo se deslizaban sobre una plataforma giratoria… ¡Y eso era una pista de baile! Subida al caballito incluida. Allí descubrí a Violent Femmes y escuché a Lou Reed y otras músicas que no había escuchado en mi vida: le llamaban guitarreo.
También recuerdo la primera vez que entré en Chocolate y cómo me impresionaron los atuendos, mientras bailaba el “Serenade” de la Steve Miller Band, donde reinaba el negro y el cabello que se alzaba de las cabezas a modo palmera.
A partir de ahí, fue un descubrimiento tras otro, una sensación tras otra, y claro que aquello no era como lo de ahora… no existía internet, no podías comprar online, no existían prácticamente los controles de alcoholemia, no existían los teléfonos móviles… y no era raro conducir sin cinturón, copa y pitillo en mano, cosas que por suerte han cambiado.
La música era el vehículo y el encuentro. Cada sala tenía su propia identidad, era imposible que el “Save Your Love” o el “Come Back and Stay” de los Bad Boys Blue sonasen en Chocolate, eso era de Puzzle, y era imposible que los Front 242 o el “Fahrenheit” de Umo Detic sonasen en Puzzle, eso era de Chocolate. Cada sala te proporcionaba un mundo, una experiencia.
Si un tema te gustaba no quedaba más que perder la vergüenza y acercarte a la cabina tentando a la suerte de caerle en gracia al DJ y que compartiese contigo el nombre, lo apuntabas en un papel, e incluso te podías llevar un cassette (una cinta, seguramente TDK) con la sesión grabada, si le caías muy bien … que tampoco existía YouTube, Shazam ni Spotify.
Los temas tomaban otra dimensión en el arte de las mezclas, a veces era complicado reconocer un tema ya que sonaba sutilmente entre otros, pero no llegaba a sonar completo. Había temas que ya los habías memorizado junto a las bases de otros y cuando los escuchabas en solitario te parecían descafeinados.
También existían himnos como los de Front 242 y “The Fashion Party” de The Neon Judgement. Era natural utilizar metales y bases de Megabeat (más tarde Interfront) u otros temas para introducir clásicos de New Order, el “People Have the Power” de Patti Smith, “Heaven” de Anne Clark o “Maximizing the Audience” de Wim Mertens, al que los propios Megabeat le versionaron su “Struggle For Pleasure” y a él le pareció buena idea.
Claro que había drogas y gente que se drogaba mal, pero también gente que no se drogaba o se drogaba medio bien, que con toda la química que ya lleva por sí el cerebro se puede vibrar con todo sin drogas… aunque aquello fue una etapa de experimentación para muchos.
Aquello era el Bimba y Lola de ahora, se invertían cantidades indecentes en merchandising diverso, abanicos, gorras, pines, llaveros, adhesivos para el coche, camisetas y otras prendas debidamente identificadas con la imagen de cada sala que luego se lucían con orgullo llevando la marca que les había hecho vibrar, llevando consigo aquel retal de lo que les había hecho sentir la libertad.
En la cúspide de lo que ahora llaman la Ruta no existían gogós, no eran necesarios, aunque era fácil que a mitad de sesión apareciese en la pista una compañía de teatro interactuando con fuego.
La moda, la identidad, era otro de los componentes de aquello. El imaginario visual era amplio y existían iconos que poblaban la escena de color, verlos danzar al son de la música ya era suficiente espectáculo. Podías ir disfrazado, ser tú, pero desde otras perspectivas, y no pasaba nada. Es más, pasaba todo. Postizos, pelucas, sombreros, plataformas, vestidos hechos a medida, peinados, decoración, ornamento, cueros, vinilos, miriñaques que proponían volúmenes imposibles, ballenas que marcaban cuerpos y redes que asomaban piel… fantasía… Se admiraba la diversidad y era bienvenida.
Marchabas a casa con la música rezumando en tu cerebro y estímulos y ánimos para trazar tu aspecto del próximo fin de semana, con ganas de arriesgar e innovar, sin miedo al qué dirán por tu indumentaria. En aquello, ser diferente era un valor en alza.
“Era normal que una chica saliese sola y un chico también, o salir con amigos y quedarte sola… aunque nunca estabas sola”.
Las salas tenían sus días estrella. Aunque luego acabasen abriendo varios días e incluso celebrando non stop de más de 48 horas, los sábados eran de Barraca y Chocolate, las matinales de Spook y NOD, más tarde también de Puzzle y los domingos noche de ACTV, y cuando se encendían las luces sonaba “My Way” de Nina Simone y “Sarah” de Fleetwood Mac.
Era normal que una chica saliese sola y un chico también, o salir con amigos y quedarte sola… aunque nunca estabas sola. Todo lo que sucedía allí penetraba en el momento, impregnaba en las memorias. No se podía capturar con el móvil, no se podía subir a Instagram. Quizá ahora hay gente que tiene cierto pudor en contar que, de una manera u otra formó parte de aquello, quizá sea por cómo se ha tratado aquello después…
Pero en la vida todo lo vivido forma, define y conforma lo que viene después. Y yo en todo aquello observé a mucha gente feliz y contenta, respetuosa, a muchos profesionales trabajar durante jornadas interminables esforzándose en generar eventos cargados de contenidos y creatividad, mientras los recursos se inventaban. Hoy esas personas forman parte de tejidos culturales, políticos, educativos y empresariales y cuentan con conocimientos, valores y tolerancias que también se conformaron por aquello.
Barraca, Chocolate, Spook, ACTV, NOD, Espiral pero también La Marcha, Coliseum, Continental y más tarde Puzzle o The Face y algunas otras salas contribuyeron a todo aquello, en una época en la que Tinder no existía, ni se imaginaba, lo raro era salir y no regresar rebosando amor, con un puñado de amigos más de todas las ciudades.
“Yo en todo aquello observé a mucha gente feliz y contenta, respetuosa, a muchos profesionales trabajar durante jornadas interminables”
En aquello, cada uno tenía una canción, como en propiedad, esa que le erizaba la piel y era capaz de mantener al resto en alza a la espera de que sonase. Era típico aquello de “espera que ahora parece que va la mía y ya nos vamos” … y así nos daban las tantas…
Luego a mediados de los noventa los temas comenzaron a saturar sus revoluciones y llegaron otros ritmos y otras formas, quizá todo aquello llevó a ese nombre de La Ruta que ahora regresa contando mil historias, algunas de ellas difusas, como suele trazar la memoria las historias pasadas.
A estas letras acompaña una lista con algunos de los temas que sonaban en aquellas salas, no están todos y como toda la música que acompaña una época contienen memorias y vivencias acumuladas… como la música de ahora.
Aquello era auténtico, como lo de ahora… aunque no era como lo de ahora, al igual que como lo de hoy no será como lo de mañana…