
La neoyorquina Cassandra Jenkins se erige con su segundo álbum, un breve y magnético tratado de folk levitante producido por Josh Kaufman, en una de las revelaciones de la temporada.
No es un nombre muy conocido en nuestro país, pero Josh Kauffman es uno de esos músicos y productores que últimamente convierten en oro todo lo que tocan. Es norteamericano, ha formado parte del proyecto Bonny Light Horseman y de Muzz, el estupendo trío junto a Paul Banks (Interpol) y Matt Barrick, que publicó una de las más agradables sorpresas de 2020, y recientemente ha sido responsable de la producción de los magníficos discos de This is the Kit o The Hold Steady.
Discos muy diferentes entre sí, que van del folk con pespuntes electrónicos al rock grandilocuente, pero todos presididos por la excelencia. Su último álbum es también una de las tempranas revelaciones de este 2021, un An Overview on Phenomenal Nature (Ba Da Bing! Records) que es el segundo álbum en la carrera de la neoyorquina Cassandra Jenkins (37 años).

Si esto fuera una lista de Spotify – que también, en la parte inferior de este texto tenéis el disco completo – , os diríamos que os gustará si sois fans de Joni Mitchell o de Björk. Cosas, a la vez, tan diversas. También si os gustó nuestro anterior disco de la semana, el extraordinario Ignorance (Fat Possum, 20201) de The Weather Station. El saxo jazz de Stuart Bogie (Antibalas, David Byrne) también le confiere una tonalidad distintiva.
Es un disco familiar pero a la vez inusual. Un ejercico de folk levitante, a veces (como ocurre en las preciosas «New Bikini» o «Ambiguous Norway») solo susurrado, regido por una sensación de de intimidad y de sanación poco comunes: su autora formó parte de la última banda de Purple Mountains, el proyecto de David Berman (Silver Jews) justo antes de quitarse la vida, y sobrevuela en estas siete canciones esa sensación de espiritualidad nada negativa, siempre dando a entender que la música es, por sí misma, la mejor receta para exorcizar fantasmas. Su cierre, «The Ramble», son – de hecho – siete minutos instrumentales en las que los que un puñado de niños jugando y algunos sonidos de la naturaleza nos advierten de que estamos ante un disco poco común.
Si solo disponéis de cinco minutos que dedicarle, empezad por «Hard Drive», la canción del videoclip que compartimos unas líneas más arriba. La mejor. El sonido de la calma tras la tormenta, el bálsamo de serenidad que corona una temporada de incertidumbres, haciendo de la resistencia una virtud. Una melodía profundamente liberadora en tiempos de zozobra, cuando ya se empieza a divisar la luz al final del túnel. De cualquier túnel. Esa es la sensación que irradia.