








Te recomendamos diez colecciones de canciones que te pueden alegrar esta esperadísima primavera, que se ha hecho rogar más que nunca.
Ha costado lo suyo, pero ya está aquí. La primavera, decimos. Con plenos efectos. El sol brillando, las temperaturas justificando el paseo o la escapada de varios días y el olor a azahar impregnando las calles. El cíclico renacer que todos necesitamos.
Tras varias semanas con un tiempo de perros que parecía no querer abandonarnos, parece que la primavera ya florece como todos esperábamos, y también las novedades discográficas, que se suceden a un ritmo de vértigo.
Es lógico, porque los meses de abril y mayo siempre han sido propicios para la publicación de trabajos llamados a ser importantes. Se acerca también la temporada de festivales y grandes conciertos.
Y será la primera que se celebra prácticamente con normalidad desde 2019, con lo que cualquiera de estos discos puede ser por fin abordado con todas las garantías sobre un escenario.
Os recomendamos diez, entre los muchos que se han ido publicando en los últimos días. Cualquiera de ellos os puede alegrar estos días primaverales.

Wet Leg – Wet Leg (Domino/Music As Usual)
Su impacto es fulminante, como el de esos debuts de canciones redondas que irrumpen como elefante en una cacharrería. Con estrépito. Sin avisar. Su sello ni siquiera necesitó verlas en directo para ficharlas.
Son dos chicas que dicen en las entrevistas que lo único que pretendían era salir de su isla de Wight (Reino Unido) y poder acceder gratis a los festivales que les gustaban. Y han acabado por tener programado un tour por medio mundo, sonar en casi todas las radios y aparecer en casi todas las revistas. Su disco, altamente adictivo, lo vale. Pop pegadizo, chicloso, en estado puro. Adictivo.

Germán Salto – Germán Salto (Gran Salto)
Puede que su nombre a muchos no os resulte muy familiar, pero el madrileño Germán Salto es uno de nuestros más exquisitos artesanos de la canción pop. Este tercer disco es perfecto para quien disfrute con la música de Burt Bacharach, Beach Boys, The Beatles o Harry Nilsson.
Es decir, una delicia de pop atemporal, melódicamente impecable, con los arreglos precisos y, además, unos bonitos textos en castellano, que no palidecen ante la mención de referentes tan grandiosos. Demanda a gritos más atención. Que los clásicos también serán modernos.

Fontaines D.C. – Skinty Fia (Partisan/PIAS)
El disco de Fontaines D.C. que podrías escuchar en el salón de tu casa sin que ningún familiar se espante por el derroche de decibelios. Es la versión más serena de este quinteto irlandés, deudor de los sonidos del post punk pero aquí más reflexivos que nunca, sin por ello perder ni un gramo de intensidad.
Sus canciones retienen la seductora intriga que les caracteriza, y tratan sobre la identidad, la fidelidad a los ideales y la integridad en tiempos tan complicados como los que vivimos. Debería hacer las delicias de cualquier fan de The Cure o The Smiths.

Mishima – L’aigua clara (The Rest Is Silence)
Pocos grupos españoles pueden presumir de llevar más de dos décadas en el tajo y seguir creciendo creativamente, facturando trabajos que suelen ser, como mínimo, igual de sólidos que sus precedentes.
Los catalanes Mishima, que siempre han jugado en la liga de quienes se dedican a evocar (desde un prisma propio) a The Divine Comedy, The Magnetic Fields (a quien aquí versionan), The Smiths o Jacques Brel, son uno de esos grupos. Y su noveno disco es imponente.

Koffee – Gifted (Promised Land/Columbia/Sony)
Debutante, dotada de talento (como indica su título) y de actitud, y equipada con un puñado de canciones que funcionan como tiros, entre el reggae, el pop, el dancehall y el r’n’b.
Así es Mykayla Simpson, una joven jamaicana de 22 años, que son este primer disco promete convertirse en una de las revelaciones de 2022. ¿Podría ser la nueva Lauryn Hill? Ojalá. Crucemos los dedos y disfrutémosla, al menos de momento.

Bart Davenport – Episodes (Tapete/Gran Sol)
Si antes te hablábamos de Germán Salto, este músico norteamericano es otro de los grandes orfebres ocultos (para el gran público, al menos) del pop en los últimos tiempos.
La suya es, además, una música especialmente indicada para escuchar cuando la primavera irrumpe en todo su fulgor. Canciones radiantes, luminosas, esperanzadas y con su punto de ternura, siempre demostrando que hay una forma de componer y de cantar que nunca pasará de moda. Otro clásico de nuestro tiempo.

Anna Andreu – La mida (Hidden Track Records)
Sutileza, estilo, elegancia, sensibilidad… el cancionero de Anna Andreu va creciendo a pasos agigantados, y si ya nos sorprendió con el notable Els mals costums (2020), ahora lo hace más aún con este excepcional La mida.
La ex integrante de Cálido Home teje en solo 26 minutos una colección de canciones exquisitas, de pulso minimalista y textos inteligentes, en la línea de lo que hacen Ferran Palau o El Petit de Cal Eril. Si no la conoces, ya estás tardando.

Daniel Rossen – You Belong There (WARP/Music As Usual)
El pop psicodélico y exuberante de Grizzly Bear tiene una continuación más austera, bucólica y original en este primer álbum de quien fuera una de sus dos mitades, Daniel Rossen.
Es un disco que no se parece prácticamente a nada de lo que puedas escuchar ahora mismo, aunque en algunos momentos pueda recordar a Van Dyke Parks o Brian Wilson. Para perderte unos días y desconectar del mundo.

Biznaga – Bremen no existe (Montgrí)
El título no puede ser más explícito. Por algo Biznaga llevan algo más de una década poniendo sonido al descontento de esa generación que se ilusionó con el 15-M de 2011 y ahora ve como aquellos sueños de cambio se han ido volatilizando con el tiempo.
Como decía alguien hace poco, queríamos más democracia, pero al final lo que tenemos es un creciente cuestionamiento de esa misma democracia en manos de partidos de un pedigrí democrático más que dudoso. Desigualdad y populismo. El punk iracundo y vigoroso del cuarteto madrileño no necesita blandir bandera política: suenan a nuestro tiempo, tal cual.

Aldous Harding – Warm Chris (4AD/Popstock!)
Experimental y accesible a la vez, alambicada e instantánea, la neozelandesa Aldous Harding es uno de los talentos más singluares, inclasificables y enigmáticos del pop internacional.
Podemos llamarlo art pop, o acordarnos de Kate Bush, Scott Walker, John Cale o Stereolab a la hora de evaluar sus seductores discos. Pero lo mejor que podemos hacer es simplemente disfrutarlos como se merecen. Y este, el cuarto, es seguramente el mejor y más accesible.