Si tuviera que compartir mesa una noche, sería en un piano bar con Randy Newman, autor de la magistral “Rednecks”.
A veces me pregunto qué habría sido de mi carrera musical si hubiese estudiado desde niño en un conservatorio. Es probable que mi relación con la música fuese completamente diferente, quizá tan distinta que ni siquiera ahora me dedicaría a ella. No lo puedo saber, pero reconozco
que desde que empecé a hacer música como autodidacta, en mi lejana adolescencia, siempre pensé que necesitaba herramientas para profundizar y desarrollar mis ideas de forma más completa.
Por eso, con poco más de veinte años, empecé a estudiar piano y solfeo. Durante años dediqué horas y horas al estudio del instrumento y del lenguaje musical, no con la intención de convertirme en un virtuoso, ni mucho menos, sino con la idea de tener recursos para componer y
escribir canciones.
Elegí estudiar piano porque me parecía el instrumento definitivo y porque se me daba bastante mejor que la guitarra. Por aquel entonces no me interesaban demasiado las carreras de los grupos y buscaba inspiración y referentes en lo que en el mundo anglo se conoce como singer songwriter y que aquí se llamó cantautor, una etiqueta que sigue oliendo a viejo armario cerrado pero que, en el fondo, describe perfectamente la actividad de hacer y cantar tus propias canciones.
Cohen, Dylan, Lou Reed o contemporáneos como Bill Callahan o Will Oldham son cantautores sin los cuales, probablemente, yo no habría escrito una canción en mi vida.
“Cohen, Dylan, Lou Reed o contemporáneos como Bill Callahan o Will Oldham son cantautores sin los cuales, probablemente, yo no habría escrito una canción en mi vida”.
Todos estos referentes han compuesto sus canciones, salvo alguna excepción, con sus guitarras. Para mí los instrumentos son medios para llegar a un fin, no considero que uno sea más valido que otro (no hay más que escuchar a McCartney o a Lennon para corroborarlo), pero es cierto que elegir uno u otro te lleva a diferentes lugares. Así que empecé a interesarme por las carreras de músicos que no solo componían con piano, si no que utilizaban el instrumento para acompañarse mientras cantaban.
De esta forma llegué a Randy Newman, del que hoy recupero un vinilo que compré hace unos años en una tienda de discos de Iowa City por cinco dólares. Es Good Old Boys (Reprise, 1974), su cuarto disco de estudio. Si entráis en Spotify veréis que las portadas de los discos de sus canciones más escuchadas las ocupan los personajes de Toy Story.
Sí, Newman (que ya venía de familia de compositores de bandas sonoras) es el creador de la música de la saga y de muchos otros grandes taquillazos de Pixar. Su canción “You´ve Got A Friend In Me” tiene incluso una versión en Los Simpson, monigote amarillo de Newman incluido.

Una canción bonita y para toda la familia, lejos de lo que le caracterizó décadas atrás y que se acabó convirtiendo en una de sus señas de identidad, la crítica sarcástica de la sociedad norteamericana. Y uno de los mejores ejemplos de este “estilo” es la canción que hoy elijo y que abre este disco publicado en 1974: “Rednecks”.
El término hace referencia a los cuellos rojos de los hombres blancos y pobres del interior de Estados Unidos, campesinos que terminaban sus jornadas laborales con la nuca quemada por el sol. En los setenta se empezó a usar de forma peyorativa para denominar a los sureños racistas y conservadores, y es aquí donde se centra el discurso de la canción, escrita en primera persona y con un planteamiento lírico de lo más original.
Newman se pone en la piel de uno de estos retrógrados para soltar su discurso de las cavernas, y lo hace con tanto tino que mucha gente creyó que lo que dice el personaje de la canción es lo que él mismo pensaba. Esto le trajo algún que otro problema con su público. Newman empieza la narración contando lo que vio (anoche) en un programa de televisión en el que intervenían Lester Maddox, gobernador de Georgia y segregacionista acérrimo, y Jim Brown, una estrella del deporte y defensor de los derechos de los afroamericanos.


En un momento del programa, Maddox, sintiendo que él y sus seguidores estaban siendo atacados y tratados como fanáticos, exigió una disculpa y abandonó el programa. El personaje de la canción es, obviamente, un seguidor de Maddox que al sentirse ofendido escribe esta canción. Los primeros versos no tienen desperdicio: “Puede que sea tonto (Madoxx) pero es nuestro tonto / si creen que son mejores que él están equivocados / así que fui a un parque con un trozo de papel / y ahí es donde escribí esta canción”.
He de decir que me gusta más la versión a piano solo que Newman grabaría años después. En esta versión el piano está presente, mezclando con sus dedos pop, jazz, blues, ragtime y americana, pero aparecen también otros instrumentos, base rítmica, vientos e incluso un pedal steel en los estribillos que crea un ambiente perfecto de bar de carretera perdido en los USA, mientras Newman canta (su personaje canta): “Somos rednecks y no distinguimos nuestro culo de un agujero en el suelo / somos rednecks y mantenemos a los negros a raya”.
Nos los imaginamos a todos bailando, trofeos de caza en las paredes de madera, serrín, cerveza, bandera confederada. La verdad es que hacía tiempo que no escuchaba esta versión y ahora me está encantando. Encuentro todo el sentido a los arreglos del propio Randy. Está claro que las buenas canciones no dejan de enseñarte cosas a cada escucha. En cualquier caso, aquí podéis ver una versión que hizo en directo en aquellos años. Todo este concierto con orquesta es una maravilla.
Algo que demuestra que Randy Newman es un maestro de la composición es el giro final de la letra. El redneck se dirige a los estados del norte y dice: “Aquí abajo somos demasiado ignorantes / para ver que en el norte han liberado a los negros / sí, son libres de ser metidos en una jaula en Harlem (NYC), en el South Side de Chicago…” y así una larga lista de guetos del norte.
Al final, el personaje de la canción está usando una de las herramientas que Randy Newman maneja mejor, la ironía, para hablar de la supuesta superioridad moral de algunos estados y señalar lo hipócrita que puede llegar a ser todo un país. Magistral. Merece la pena indagar en el cancionero de Randy Newman. Su facilidad para crear personajes creíbles en las canciones es envidiable.
Él dice que le gusta crear estos personajes porque su vida es muy aburrida y que de algo tiene que escribir. Dudo mucho que eso sea así, a día de hoy sigue teniendo buen aspecto (aspecto de persona más que feliz, satisfecha), sigue componiendo y tocando y cantando prácticamente igual de bien y no ha dejado de ser mordaz. La primera canción de este NRP Tiny Desk que grabó hace no muchos años es un ejemplo. Y tiene sorpresa.
Tengo mucho que agradecer a sus canciones, aunque siempre me ha parecido inalcanzable su técnica con el piano y eso siempre me fastidia un poco. Pero hay una forma de tratar las temáticas en sus canciones que me ha enseñado mucho, a la que a veces he intentado acercarme. Si me preguntan eso de con qué artista te gustaría compartir mesa una noche, yo, sin duda, diría que con Randy en un piano bar.