Ricardo Lezón mantiene una jugosa charla con uno de nuestros proyectos musicales más fascinantes de los últimos tiempos.
Es cierto que de un tiempo a esta parte me cuesta encontrar canciones que me sacudan, que me quiten todo lo que tengo entre las manos o se queden zumbando solas en la cabeza, que al terminar vuelva a ponerla para cerciorarme de lo que ya estoy casi seguro y que en esas siguientes escuchas me gusten más y más y me hagan regresar al modo antiguo, a cuando era más joven y encontrar algo que me conmoviese me disparaba a investigar emocionado de donde venía, quién estaba consiguiendo hacerme sentir tan bien, sorprenderme aún, qué más tenían qué me había pasado desapercibido.
Antes, en mi juventud, esa labor llevaba tiempo, tenia que encontrar sus discos, la manera de conseguirlos y conseguirlos. Ahora todo es más sencillo y veloz, y yo más complicado y lento: esa mezcla hace que me pierda muchas cosas, pero cuando las encuentro vuelvo a sentirme como antes, y eso no tiene precio en lo emocional. En realidad, tampoco en lo monetario, porque puedes encontrar todo con solo manejar la flecha del ordenador.
Aida, una amiga cordobesa curiosa y sensible, me envió «Tú que vienes a rondarme». No sé si ese fue el primer single de 45 cerebros y 1 corazón (2017), mi investigación ya no llega tan lejos, lo que sí sé es que me quedé clavado. No la escuché menos de diez veces antes de ponerme a rebuscar. Podría ir relatando cada ingrediente que iba descubriendo cada vez que la escuchaba, pero en realidad era el todo lo que me fascinaba. Una copla cósmica, con una letra precisa y poética, una voz elegante y segura, una melodía preciosa y nueva y una musicalidad personal y nueva otra vez.
El disco se quedó incrustado en el reproductor de CDs de mi coche. Sí, mi coche no tiene entrada USB y su perfil en una conocida plataforma de streaming fue el fondo de pantalla de mi ordenador muchos meses. Llevaba «Canción total» en la cabeza a todos lados, como una nana cantada para un adulto con la que se me hacía más fácil caminar por las aceras de este mundo nervioso y sordo. Tenía muchas ganas de conocerles y de hablar con ellos, con Maria y con Marcel, y por eso le pedí a Carlos que me consiguiera tener una charla con ellos.
Cuando me la confirmó, Clamor (2021) ya estaba sonando en casa, y «Milagro» se había hecho un hueco junto a «Canción total», desde la primera escucha. Nervioso por hablar con alguien a quienes admiro sin conocerles de nada, de tener una conversación con la voz que me ha acompañado a todos lados, al súper, a pasear por los acantilados o a comer pipas en la terraza, y con quien construye los caminos de belleza enrevesada por la que esa voz camina.
«Estoy nervioso por hablar con alguien a quienes admiro sin conocerles de nada, de tener una conversación con la voz que me ha acompañado a todos lados, y con quien construye los caminos de belleza enrevesada por la que esa voz camina».
Una videollamada a tres bandas. Maria en Barcelona, Marcel en Comarruga y yo en Azkorri. En Barcelona llueve y para y llueve y para, en Comarruga solo caen algunas gotas, en Azkorri luce el sol. No puedo quitarme la gabardina de detective y quiero saber, lo primero de todo, cómo llegaron hasta 45 cerebros y 1 corazon (2017), cómo estaban entonces, de dónde venían.
Marcel me cuenta: «Con Verbena, el EP anterior, ya llevábamos ochenta conciertos, y antes había otro EP, y gran parte del repertorio de 45 cerebros y un corazón (2017) ya lo tocábamos en directo, así que cuando llegamos a grabar los temas ya estaban masticados, aunque después en la grabación aparecieron nuevos arreglos e ideas. Con Clamor (2021), sin embargo, fue distinto: hasta que el disco no estuvo fuera, no lo habíamos tocado en directo».
Maria añade: «Desde el primer momento en que fui donde Marcel, en plan «tengo estas canciones y esta idea», esa idea era coger las canciones de raíz tradicional y darles un vuelco. Toda la parte conceptual de utilizar la música como medio para explicar determinadas ideas, explicarlas por medio de las canciones, eso ya estaba desde el primerísimo momento. Fue afinar todo este discurso para no quedarnos con la típica idea de cuando se trabaja con materiales de archivo o antiguos».
«Un poco la gran sorpresa que hubo fue salir de esa idea de trabajar con materiales de archivo y empezar a trabajar y escribir canciones propias, y ese camino, que en 45 cerebros y 1 corazón (2017) se quedó en un cincuenta/cincuenta, en Clamor (2022) estaba claro que queríamos que fuera al cien por cien: es decir, tener todo ese trabajo tan interiorizado que en la creación de las canciones estuviese todo ese aprendizaje previo».
«Y solo hay una canción, que es tradicional pero que también es para mí donde se entiende todo ese trabajo previo de tantos años, que es el «Cant de la Sibil·la», que es una versión de un canto milenario que ha sido versionada miles de veces, y que la que está en el disco es realmente singular porque normalmente la Sibil·la es una voz solista, y aquí esta extremadamente llevada a una voz mucho más coral: es una voz que se queda en un lugar muy sentido y muy solemne, y nuestra versión es una especie de «Sibil·la Heidi», como si estuviese en el campo en medio de las cabras. En ella está toda esa idea que manejamos de que para mantener vivo lo tradicional hay que sentirlo propio y por eso traicionarlo, para poder realmente defenderlo después con pasión» .

Impresiona y cala la seguridad con que hablan de sus canciones y de sus ideas, la claridad que desprenden al hacerlo. Para alguien que llegó a su música sin saber muy bien de dónde salía, escucharles hablar de ella hace que la veas desde otro lugar. Posteriormente supe de sus conexiones con la canción de raíz, su interés por la antropología musical, pero escuchárselo a ellos es muy luminoso. No me gusta nada la palabra actualizar, y no creo que sea la adecuada para definir lo que hacen, pero aún así me sale sacarla a relucir.
Maria me dice: «Más que la idea de conservarlo, está la idea de «me gusta este campo de trabajo: ¿cómo podemos contarlo y que nos guste?», es así de sencillo. No existe el prejuicio de que debe ser así o asá. Esto seguramente parte de que mi formación no es musical. Después, lógicamente, me he ido formando con lo que he querido aprender en cada momento, así que tambien había ciertos complejos en los que no reparaba y eso, en cierta manera, nos llevaba a una conexión más directa con ese material. Marcel tambien tiene su propio proceso, porque él se dedicaba más a la música cuando empezamos. Desde ese origen, la evolución hasta Clamor ha sido muy fuerte».
Me hago un lío yo solo, y no soy capaz de definir cómo siento yo lo que hacen: hablo de electrónica, de actualizar otra vez, de buscar incluso una continuación natural a algo tradicional. Marcel sale en mi ayuda y lo resume de manera incontestable. «Coges algo, tratas de hacerlo tuyo y que forme parte de tu imaginario». Hago un nuevo intento y lo resumo también, no encuentro nada forzado, creo que la esencia está intacta y a pesar de la complejidad, la sensación que me produce es de mucha naturalidad.
«No estás haciendo un retrato de ti mismo, al final estás haciendo algo de lo que no puedes imaginar el resultado. Para mí lo importante es la intención: eso es mucho más fácil de comprobar si lo has conseguido o no».
Maria apunta que «a veces es todo tan facil como decir que haces lo que puedes» ¿Lo que puedes o lo que quieres? «A veces quieres hacer una cosa y sale lo que puedes, y a veces coincide y a veces no. Pero creo que al final siempre es lo que puedes». ¿Se parece mucho lo que habéis hecho a lo que ha salido? «Hay que estar abierto a que todo se manifieste con su propio ser. No estás haciendo un retrato de ti mismo, al final estás haciendo algo de lo que no puedes imaginar el resultado. Para mí lo importante es la intención: ¿Cuál es la intención de esto? Eso es mucho mas fácil de comprobar si lo has conseguido o no».
«La forma que haya tomado es mas fácil de ver solo midiéndolo por si te gusta o no te gusta. Tú, cuando trabajas en colectivo, siempre hay cosas que te gustan más que no van a salir, y otras que vas a tener que defender porque crees que son demasiado buenas y que el otro no las va a comprender pero tienes que estar todo el rato decidiendo qué batallas librar y cuáles esquivar, porque al final es algo compartido y las criaturas, las canciones, van a ser parte de muchos».
«El miedo hay que trabajarlo, es muy mala idea tenerlo. En procesos creativos, pensamos siempre en las ideas de los artistas como en los que son los genios a los que todos les sale súper fácil, o los torturados que se hunden porque no encuentran la nota correcta. Creo que necesitamos comprender que los procesos artísticos deben ir acompañados de procesos emocionales con los que puedas ayudarte a sobrellevar temas tan grandes que pertenecen a nuestro trabajo, como son la incertidumbre, el hecho de que tenemos un trabajo fácil de cuantificar porque al final depende del publico, de que le guste lo que estás haciendo, pero en realidad tú como artista quieres hacer lo que a ti te guste, y mas en nuestro discurso, en el que nunca hemos pensado «vamos a hacer un reguetón que le guste a todo el mundo». Yo tengo que estar convencida para poder convencer a los demás».
¿Y estáis convencidos, Maria? ¿Os gusta lo que habéis hecho? «En general estoy súper satisfecha, algunas cosas me gustan más, otras menos, algunas cosas que veía claras ahora las veo menos. Las canciones están vivas y el trabajo continúa vivo. Lo mejor para mí, de todas formas, es poder defenderlo en directo, porque el disco ya está, se acabó, pero el directo sigue vivo. Sobre todo con Clamor«.

Todo está muy vivo en lo que hablamos, encuentro mucha ilusión y seguridad contagiosa en la manera en que me cuentan de dónde vienen y hacia dónde van. La misma personalidad abrumadora que transmiten sus canciones aparece en su forma de hablar de ellas. Entendido y repasado el origen del proyecto, su intención de interpretar a su manera sonidos y caminos tradicionales, me intereso ahora por el presente, por las influencias y herramientas que les inspiran, les rozan y les ayudan a conseguirlo.
¿Dónde encontráis, de dónde os llegan esas influencias? Marcel me cuenta: «De todo lo que voy escuchando y me gusta, guitarrísticamente, por ejemplo, te hablaría de Bill Frisell, ese rollo, lo que pasa es que no se si se escucha o no (risas). También te influencia mucho la gente que tienes alrededor, amistades que se dedican a la música, lo que vas viendo y aprendiendo. Por ejemplo, alguien que es muy importante para diseñar el set que llevo ahora es Martí Perarnau. Para mí es un genio. Nos conocimos hace un tiempo y nos hemos hecho muy amigos, y es de las personas que más me han influenciado. No hace falta irse muy lejos. Veo en Instagram las máquinas que lleva y saco ideas, y creo que yo tambien se las doy a él. Piensas en cosas como Thom Yorke o Björk, pero muchas veces no entiendo nada de lo que hacen, y además no les puedes llamar (risas)».
De la parte lírica me habla Maria, porque aunque ambos se influyan mutuamente en cuanto al resultado final de la canción, el apartado lírico y cantado es cosa suya: «Si yo cantase sería el horror», dice Marcel. «Cantar es muy difícil, aunque me gustaría mucho». Maria me cuenta sobre sus influencias a la hora de escribir, yo le hablo de «Milagro», una canción que hace honor a su nombre y que me gusta y consuela especialmente. Le confieso que ese verso que dice «que la vulnerabilidad me haga mas libre y mas justa» recoge una sensibilidad que me abruma. A ella le parece bien porque prefiere contestar sobre lo concreto: «Me encanta la poesía de Violeta Parra, y esta canción es básicamente una copia enrevesada. Cuando estaba escribiendo el disco, pensé que era una buena manera de empezar».
«Te influencia mucho la gente que tienes alrededor, amistades que se dedican a la música, lo que vas viendo y aprendiendo, como Martí Perarnau, que para mí es un genio».
«»Milagro» es una canción que se la escribí a mi hermano, que estaba pasando un momento delicado. Lo que hice fue experimentar con las décimas, que es básicamente como si tuvieses un molde y estuvieses haciendo un pastel y una receta y tú sabes que si respetas eso, te va a salir rico y dulce. La décima ya te da una musicalidad, una cadencia, solo tienes que respetar el numero de sílabas y los finales que realmente funcionen en las rimas que tocan».
«Hay algunos errores que los dejé porque sí, porque era como los había hecho, y primaron las palabras justas. Lo que tenía claro es que quería que la canción generara una tensión a nivel de melodía y que esa tensión se resolviera para volver a subir, que tuviese esa cosa cíclica que tiene la vida de subir y bajar y subir y bajar, y que cuando estás abajo hay cosas que aprender, y cuando estás arriba también, y ya está. Me inspiro en gente que me emociona, en cosas que he escuchado por ahí, en la radio, o que he leído, en la vida».
Yo le hablo de mi perenne inspiración y tendencia a hacer canciones de amor y lo difícil, por incapacidad o por interés, de encontrarme a gusto tratando otros temas, y la incoherencia de pequeños momentos en los que lo que te produce incomodidad es precisamente escribir siempre sobre él, supongo que es la vida también. «Yo nunca he querido hacer canciones de amor, la verdad, pero luego viene lo que viene. El amor y lo político pueden tener mucha formas. Cuando la gente te diga que por qué no haces tal o tal cosa, contestas «porque no», y ya está (risas). Volvemos a lo mismo: cada uno hace lo que puede y ya está, y si quieres hacer algo y tienes miedo de hacerlo, entonces tienes que hacerlo».

Maria tiene que marcharse, va a cantar en un acto contra la guerra en Ucrania. Me dice que la mejor manera de entender todo lo que me ha contado en esta charla sería viendo uno de sus conciertos, que se me ocurrirían un montón de preguntas más, incluso. Quedamos en eso, en repetir charla después de uno de sus conciertos.
Marcel se queda, se lía un pitillo y me habla con pasión de su faceta de productor y también de sus múltiples proyectos como músico. Está metido en miles de batallas de todos los colores, de todos los palos posibles. Contagia la ilusión con la que habla de ellos, y uno siente envidia sana y alegría de que alguien con gusto y sensibilidad vaya a participar en tantos proyectos, y más aun que puedan vivir de ellos.
«El proyecto con Maria nos da para poder vivir de la música, no para tirar cohetes extremos, pero sí que es bonito ver que va tan bien. En la pandemia sufrimos, porque se cayeron muchas cosas, yo me fui de Barcelona y Maria se quedó varada en Grecia, así que tuvimos que hacer el disco casi por e- mail: fue otro aprendizaje».
Como lo ha sido para mí esta charla. Nos despedimos citándonos para un concierto al que finalmente no pude acudir por cuestiones de ese ritmo cíclico de la vida al que cantan en «Milagro». Pero sé que un día nos encontraremos, y será después de uno de sus conciertos y volveremos a hablar largo y tendido.
Mi carrera de investigador naufraga de manera fulminante cuando les hablo emocionado de «Cancion total», de lo mucho que esa canción significa para mí, de esa letra extraña y simple a la vez, que tan bien retrata el tiempo presente que vivimos, y Maria con voz suave que cae como un martillo me dice: «Es una versión, ¿no lo sabías?». No. «Es una canción de Víctor Arnau y las Victimas Civiles, que nos gusta mucho. Y la hemos llevado a nuestro terreno». Cuelgo la gabardina y el sombrero para siempre, mientras pienso en un campo fértil.