Te resumimos el contenido de esos discos que no deberías dejar de escuchar si quieres tomarle el pulso a lo que llevamos de año.
Aquí hay rock. Hay folk. Hay electrónica. Y hay, sobre todo, muy buenas canciones. Porque estas son colecciones de canciones que han de degustarse por sí mismas. Sin prisas. Sin darle al skip. Sin atajos.
Discos que están concebidos para ser consumidos sin demasiada estima por la costumbre de las escuchas fugaces. Una selección, creemos, suficientemente heterogénea como para que cualquiera de vosotros pueda encontrar, descubrir o redescubrir artistas que penséis que valen mucho la pena. Algunos os sonarán. Otros os resultarán más que familiares. Y puede que a algún otro lo dierais por muerto.
Entre ellos, nombres emergentes y veteranos. Maestros en lo suyo y aprendices que no lo parecen. Músicos que suelen sonar casi siempre a lo mismo y otros que no se resisten al cambio permanente. Solistas y bandas que no tienen alergia a mezclar distintos estilos, junto a otros que saben que lo mejor es ceñirse a lo que mejor saben hacer.
Autores de canciones propias junto a otra que, pese a saber firmarlas estupendamente, luce extraordinariamente cuando aborda material ajeno como si fuera propio.
Son diez álbumes recién publicados que os proponemos desde aquí. Como una declaración de principios. Porque todos valen la pena. Mucho. Y hay para casi todos los gustos.
Si dispones de poco tiempo libre para dedicarlo a una actividad que merezca de verdad la pena, ojalá que sea escuchando cualquiera de estos discos. Los mejores de lo que llevamos de 2022. Ni más ni menos.

Elvis Costello – The Boy Named If (EMI/Universal, 2022)
Prolífico. Inagotable. Sorprendente. Magistral. Dijo que dejaría de publicar discos porque ya no tenía sentido en la era del streaming, pero Elvis Costello se negó a sí mismo y nos regaló una última recta de su carrera que está a la altura de sus mejores etapas creativas. Como un renacimiento. Este es de los mejores de su último lustro.
Son los suyos unos 67 años espléndidamente llevados, tremendamente lúcidos, con arrebatos de rock and roll y baladas que cortan la respiración. Como si no envejeciera. Ni él ni The Imposters. Una muestra más del inagotable oficio de un señor cuyas musas apenas se toman vacaciones. Otro catálogo de brillantes trucos de una chistera sin fondo. Y van…

Yard Act – The Overload (Island/Music As Usual, 2022)
Lo del post punk británico es un pozo sin fondo. Tal cual. Pero lo mejor que se puede decir de sus más recientes exponentes es que no se fijan en los referentes más obvios. A diferencia de lo que ocurría hace algo más de una década, no se quedan en la copia barata de Joy Division. Y además reflejan su tiempo. Sin escapismos.
En absoluto se quedan en lo obvio. Remiten a The Fall, a Gang Of Four, a John Cooper Clarke. Y no se quedan en el reclamo estético. Van más allá. Perfilan sus canciones como exabruptos de ira (sin trazo grueso, ojo) ante una realidad que saben que no van a poder cambiar, pero al menos retratan de forma terapéutica. Para ellos y para nosotros. Yard Act son su último diamante en bruto.

Dotore – Las horas claras (Foehn)
Qué forma de sacarle partido a una voz y a unas palmas. La de Pablo Martínez Sanromá y su proyecto, Dotore, siempre ha sido una exquisitez para melómanos realmente inquietos. Desde hace 16 años. Seguirle la pista no ha sido fácil, pero siempre ha merecido la pena.
En sus inicios recordaba a Family, Astrud, La Buena Vida y todas esas bandas de pop delicado. Pero ahora ya solo suena a sí mismo. ¿Y cómo se come eso? Pues sonando a un pop tremendamente ensoñador e imaginativo, como si fuera electrónico pero sin serlo en esencia, influenciado por el sentido de repetición de Arvo Pärt o Steve Reich. Una maravilla que no se parece a nada que hayas escuchado antes. Un disco para flotar.

León Benavente – ERA (Warner)
Podrían haberse acomodado, pero no lo han hecho. León Benavente siempre han querido ir un paso más allá. Y en este disco subliman su combinación de guitarras y sintetizadores.
Lo hacen con un manojo de canciones muy diverso y heterogéneo, barajando múltiples referentes, y mezclando algunos singles instantáneos con piezas que demandan más tiempo. Y con las mejores letras de su carrera. Seguro que en directo todas estas canciones funcionan como un cohete.

Los Planetas – Las canciones del agua (El Ejército Rojo)
Están de enhorabuena. Celebrando que son número uno en España. Cierto que ya no se venden discos como antes, ni mucho menos. Pero el logro de Los Planetas tiene algo de simbólico. Mucho, en realidad.
Seguramente no sea este uno de sus mejores de discos. De hecho, parece compuesto por retales: entre los singles pop que fueron publicando en los últimos tiempos y ese duende de rock jondo y espacial que en el que tanto se abundan durante las últimas dos décadas. Pero siguen siendo un punto y aparte en nuestra música popular.

FKA twigs – Caprisongs (Young Recordings/Atlantic)
Personalidad, audacia, singularidad. Todo eso es lo que tiene la música de Tahliah Debrett Barnett, la joven británica que responde artísticamente al nombre de FKA twigs.
Y luce fabulosamente bien incluso cuando publica una mixtape: algo que se suponía inferior en calidad a sus álbumes propiamente dichos. Este Caprisongs muestra su veta más accesible, sin por ello sonar menos seductora.

Nacho Vegas – Mundos inmóviles derrumbándose (Oso Polita)
El Nacho Vegas de ahora mismo es un artista que apuesta por la empatía, ese bien tan escaso. Sentimentalmente más directo y musicalmente menos eléctrico. Ni atormentado ni politizado. No al menos más que cualquiera.
Un disco este que nos lo muestra renovado, con algunas canciones que optan a clásicos instantáneos de su discografía: “La flor de la manzana”, “Ramón In”, “Esta noche no acaba” y “Big Crunch”. No es poco, tras veinte años.

Cat Power – Covers (Music As Usual)
Esta mujer no hace versiones. Revive en ellas. Las deforma, la reinventa, las eleva a otro plano distinto. Las mejora respecto a los originales, en muchos de los casos. Como si fuera una sesión de espiritismo. Como una nueva piel.
Nina Simone, Blood Orange, Iggy Pop o Billie Holiday pasan por su filtro, como si las diferencias de tiempo y de espacio entre cada uno de esos artistas no existiera. Y el resultado es una obra de arte.

John Mellencamp – Strictly A One Eyed Jack (Republic)
Hacía mucho tiempo que no se le prestaba tanta atención a un disco de este veterano rockero norteamericano, un hombre siempre a la sombra de Bruce Springsteen. Y siempre fue mucho más que una versión rebajada del boss. Qué bien le ha sentado la madurez.
En este disco se muestra más cerca del folk que del rock. Una versión depurada de sí mismo, que en esencia es una soberbia lección de americana para las generaciones más jóvenes.

Vulk – Ez Da (Montgrí)
Anguloso, oscuro, peligroso. Así es como suena lo nuevo del joven cuarteto vasco. Como un puñetazo directo al mentón. Algunos de los mejores nombres del punk, del post punk y del hardcore foráneo de las últimas décadas vienen a la cabeza escuchando este disco. Arriesgado, insolente, veraz. Su directo promete. Y mucho.