Si no tienes claro a qué discos dedicar tu valioso tiempo y, además, eres de morro fino y variado y tampoco te fías demasiado del algoritmo, estos son los álbumes por los que podrías empezar.
Vivimos tiempos de canciones. De escuchas apresuradas. De streaming. De oír canciones en el teléfono móvil, en el metro, en el bus, mientras trabajamos o mientras hacemos deporte. Pero qué gusto cuando pillamos por banda un buen álbum y lo degustamos con calma.
Fijándonos en sus detalles. Examinando su portada. Calibrando su coherencia. Pensando en si es mejor o peor que el anterior del mismo autor. Dejándonos llevar por su mundo, sumergiéndonos en él porque una sola canción no es suficiente para sacarle todo el jugo.
Es un viejo ritual para el que ni siquiera es necesario ya acercarse a una tienda y desembolsar. Basta con un solo clic. Pero conviene saber seleccionar también ese clic. Y en cualquier caso, si se compra, mejor aún. Que el placer que nos da la buena música bien vale que sus autores vivan de ella.
Desde aquí te proponemos diez álbumes recién publicados. Todos valen la pena. Mucho. Y hay para casi todos los gustos. Si tienes que destinar tu precioso tiempo libre a algo que merezca la pena, que sea cualquiera de estos discos. Todos expresan el aquí y ahora.

Damon Albarn – The Nearer The Fountain, More Pure The Stream Flows (Transgressive)
A estas alturas, no debe quedar ninguna duda: Damon Albarn es el músico más interesante y talentoso de entre todos los que poblaron la escena del brit pop en los años noventa. Inquieto, ambicioso, prolífico, versátil, nunca ha cejado en su afán exploratorio, ya fuera al frente de Blur, Gorillaz, The Good, The Bad & The Queen o sus discos en solitario. Este es el segundo a su nombre. Y lo que podría ser un auténtico peñazo (a ver quién es el guapo que no aburre a las ovejas inspirándose en las montañas y glaciares de Islandia) se convierte en una fascinante pirueta de pop taciturno, austero, melancólico y muy sabio. Si no te entra a la primera, dale alguna oportunidad más. Vale (mucho) la pena.

Julio De La Rosa – El apego (Ernie Records)
Componer un disco (más o menos) pop que sea emotivo, honesto y elegante en aras de una paternidad reciente sin caer en lo sensiblero debe ser más que complicado. Salvo si eres Julio De La Rosa, ganador (entre otras cosas) de un Goya por la banda sonora de la película La isla mínima (Alberto Rodríguez, 2014), y un auténtico maestro en componer scores de una emotividad punzante. El apego os emocionará, tanto si sois padres como si no. Es evocador, intenso, honesto y totalmente singular. Como una banda sonora imaginaria compuesta en forma de carta a una hija: la mejor forma de iluminar su camino por la vida, recién estrenado. Y uno de los discos más bonitos hechos en España en mucho tiempo. El propio músico jerezano nos lo contó en esta entrevista.

Snail Mail – Valentine (Matador/Popstock!)
Si te gusta el indie rock con influencias de los años noventa pero también con inteligentes vistas a la actualidad. Este es tu disco. Punzante, honesto, emotivo. Lindsey Jordan demuestra su enorme crecimiento artístico con un segundo álbum maduro y abierto a sonoridades que le eran ajenas. Ya estás tardando en hincarle el diente. A ella o a Caroline Rose, Jay Som, Stella Donnely, Waxahatchee, Lucy Dacus, Julien Baker o Soccer Mommy: la tropa que escribe el mejor indie rock de la actualidad, todas en femenino.

Maria Hein – Continent i contingut (Hidden Track)
Apenas roza la mayoría de edad, pero lo de esta joven mallorquina promete ser algo grande. Recuerda por igual a su admirada Maria del Mar Bonet como a su paisana Maria Jaume o a cualquiera de las portentosas mujeres que hemos citado en la anterior reseña. Cantautora folk más por economía de medios que por convicción cerril, la de Felanitx ha hecho, con la inestimable ayuda en la producción de un Ferran Palau en racha, uno de los mejores debuts estatales de este año.

Lana Del Rey – Blue Banisters (Polydor/Universal)
Quién nos iba a decir que aquella muchacha lánguida y amanerada que despuntó hace una década acabaría puliendo discos tan completos y exquisitos como los que lleva publicando últimamente. Lo que entonces parecía hueco esteticismo, hoy en día es madera de artista de mucho fuste. Sobriedad, elegancia, conocimiento de los clásicos y clásicas del folk rock y el soft rock norteamericano y talento para llevar esas enseñanzas a su propio terreno. Otros puede que también carden la lana, pero ella se gana su fama. Y perdón por el chiste, que es nefasto. Lo asumimos.

Dean Wareham – I Have Nothing To Say To The Mayor of LA (Double Feature/Popstock!)
Si te gusta el rock de estirpe neoyorquina, el que parte de The Velvet Underground, pasa por Television y llega hasta Galaxie 500, entonces no hará falta que te presentemos a Dean Wareham. Quien fuera también líder de Luna solventa siete años de bloqueo ante el folio en blanco con un disco distinguido, elegante, sereno, repleto de precisos punteos de guitarra y letras más que atinadas, bastante más atentas al contexto social y político de lo que acostumbra. Sin sorpresas, pero delicioso.

Goa – Ultramaldad (Universal)
El rey del trap emo, el jovencísimo valenciano Goa, siempre fue un fan incondicional del rock alternativo de los años noventa y los primeros dos mil, y la verdad es que se nota, y de qué manera, en un nuevo álbum repleto de guitarrazos furiosos y desazón generacional. La mejor forma de conectar a la generación Z con la X, con los millennials también de por medio, pudiendo subirse al mismo carro.

Vanishing Twin – Ooki Gekkou (Fire/Popstock!)
Los ritmos circulares y las melodías hipnóticas de Stereolab y Broadcast tiene su mejor relevo en esta banda británica. Tropicalismo, jazz, space pop, psicodelia y retrofuturismo en otro disco para gourmets. Una fórmula, la suya, que siempre va un paso más allá.

Parcels – Day/Night (Because/Music As Usual)
Los frescos del barrio. Del suyo, en Berlín, o de cualquier otro. En Mússica hemos ido avanzando todos y cada uno de los singles previos que los australianos Parcels iban desgranando a lo largo de estos meses. Y el disco doble en el que van incluidos es otra ensalada de música disco, funk y soul, más diversa y madura que la de su primer disco, el anterior. Para bailar, pero también para escuchar repantigados en el sofá.

Billy Bragg – The Millions Things That Never Happened (Cooking Vynil)
Cerramos este listado de recomendaciones con uno de los cantautores británicos esenciales de las últimas décadas. Emergió como un cruce entre Woody Guthrie y Joe Strummer, hace ya cuarenta años, como una simbiosis entre el folk y el espíritu punk. Y en los últimos tiempos le ha dado por hacer discos de americana tan sobrios como este. Como degustar un buen vino en la calidez del hogar. Y con dosis de lucidez en la era post Brexit, tan necesaria.