No hay marca de ropa más relevante en la historia de la música pop. Te contamos algunas curiosidades de una larguísima relación.
El logotipo del laurel es más británico que el fish and chips, las viejas cabinas de teléfonos rojas o un desfile de beefeaters. Y puede que sea tambien, con toda seguridad, la marca más asociada a la música pop. En el Reino Unido, fundamentalmente. Pero también fuera de él. Ha prosperado en el tiempo como ninguna otra. Nunca ha sido extraño ver un Fred Perry junto a una guitarra eléctrica.
Es algo que el tenista Frederick John Perry (1909-1995), que fue quien inspiró y creó la marca de ropa en 1952, no podría ni haber imaginado en su tiempo. Convertirse en un icono pop no es algo al alcance de muchos. Valga decir (y no es publicidad encubierta, tan solo nuestra experiencia) que un polo Fred Perry aguanta décadas de uso y nunca pasa de moda. Hay que reconocerlo.
Miles de lavados y miles de usos. Son sobrios, elegantes pero sin estridencias, y parecen vivir al margen del vaivén de las modas. Pero de ahí a que sean decenas los músicos célebres que los lucen como un plus, media un buen trecho. Hay razones de fondo para que así sea.
El caso es que Fred Perry ha sido un emblema de la cultura mod, del pop británico en su primera era esplendorosa, la de los años sesenta, de las tribus de skinheads de distinto signo (los redskins, de izquierdas, y los más reconocibles, los de extrema derecha), también del brit pop, como no podía ser de otra forma (¿alguien los ha lucido más que Damon Albarn, desde los tiempos de Blur hasta ahora?) e incluso de miles de jóvenes que los han ido adoptando como una prenda habitual, al margen de la música pop, solo porque el tenista Andy Murray empezó a llevarlos a partir de finales de la década pasada.

La funcionalidad de los polos Fred Perry obedecía a que en un principio su uso se derivaba de la pista de tenis. Tenía que ser una prenda cómoda. Ese es también uno de los motivos por los cuales los jóvenes que bailaban durante los años setenta en las discotecas de northern soul, solían lucirlos, y no solo bandas de inclinación mod (que también) como The Who o The Kinks. También fue frecuente entre la población jamaicana, o hija de inmigrantes jamaicanos, de aquellos finales de los sesenta y principios de los setenta, la cultura rude boy.
Nada más lejos del racismo ni de las culturas excluyentes, por supuesto. Por mucho que no fueran pocos los skinheads de extrema derecha que también llevaran Fred Perry, algo fuera del alcance de quienes los creaban. En cualquier caso, la marca nunca estuvo cómoda con esa connotación que adquiría en manos de intolerantes. Valga esta ejemplo: cuando los responsable de Fred Perry supieron que la organización ultranacionalista y supremacista norteamericana Proud Boys había tomado como emblema el clásico polo Fred Perry negro con las bandas y el logo en amarillo en 2019, decidieron dejar de vender ese modelo en todos los EE.UU.
En las últimas décadas, son decenas los músicos de renombre que se han fotografiado con vestimenta Fred Perry. A veces con chaquetas o zapatillas, pero sobre todo con sus clásicos polos. Miles Kane (en portada de este artículo), Paul Weller, Billy Nomates, Thom Yorke, Amy Winehouse o Damon Albarn (quien debe tener un vestidor completo de la marca) son algunos de ellos. Incluso Freddie Mercury, como se aprecia en una de las imágenes de la galería inferior. Todos británicos, sí. Aunque también muchos raperos norteamericanos, como Frank Ocean. Buena prueba de que Fred Perry es algo más que una marca en el mundo del pop.




