Desprende una tranquilidad contagiosa, una amabilidad bonita y la misma calidez de sus canciones está en sus respuestas y en su forma de entender y explicar lo que siente y lo que vive.
Hace unos años Maria y yo compartimos escenario en una velada organizada por los chicos del Colegio Mayor Chaminade de Madrid. Fue una tarde noche muy interesante, en la que nos enseñaron el Colegio y nos explicaron su historia durante una cena muy divertida en la que nos reímos mucho escuchando las anécdotas de aquel grupo de estudiantes que después escucharon en respetuoso silencio nuestros respectivos conciertos en un auditorio cálido y acogedor.
Tuvimos ocasión de charlar durante aquel día, sobre todo en los camerinos. Un momento tenso para mí y envidiosamente sereno para ella y el fantástico guitarrista que le acompañaba. Yo les hablé de mi admiración por Julio Iglesias, Dyango y Jose Luis Perales, al que, casualidades de la vida, el guitarrista, de quien lamento no recordar el nombre, había acompañado en una gira, y de quien me habló maravillas.
Maria nos contó a Gonzalo y a mí el origen de Eclíptica (2018), el disco que por entonces presentaba. Unas canciones inspiradas en la figura de su tío bisabuelo Lluís Rodés, astrónomo, que dirigió el Observatorio del Ebro durante la Guerra Civil, de cómo a partir de su historia se despertó en ella la curiosidad y el asombro por el mundo de las estrellas, los planetas, su luz y la conexión con el pasado. Después dio un concierto precioso y ya no hemos vuelto a coincidir hasta hoy, en que nos vemos vía link de videollamada, ella en Madrid y yo en Getxo, en una cita a la que llego tarde, condenado por mi eterno despiste.
Me disculpo y agradezco su paciencia.
Maria Rodés: “No te preocupes. A ver si sale bien, que tengo un internet un poco malo”.
Aunque suene a loa artificial para ganarme su perdón por mi despiste y tardanza, empiezo felicitándola por la canción que justamente esta mañana ha publicado y que he escuchado varias veces porque realmente me ha gustado muchísimo. Se llama “Recordarte” y es el adelanto del nuevo disco que saldrá el dia 28 de octubre vía Elefant y que lleva por título Fuimos los dos (2022). Una pequeña joya, cálida e hipnótica. Una canción de amor como las de antes.
MR: “Qué bien, muchas gracias. Es un disco que hace una especie de recorrido sobre el concepto del amor, de cómo ha ido evolucionando a lo largo de mi vida. Esta canción esta basada en una de esas primeras cartas que eran tan directas y tan de “te quiero”, tan genuinas y desacomplejadas: fueron un poco la motivación de esta canción y la que la hace tan directa”.
Ricardo Lezón: Y así es exactamente como suena, como una pequeña gran carta de amor. De hecho, buceando por Instagram, vi que publicabas la carta original, aunque después la letra de la canción no coincidía exactamente.
MR: “No es exactamente esa carta. Hay unas cartas que escribí a los quince años a un novio del que yo estaba muy enamorada, y que releí y veía todo aquel amor tan entregado, que me emocioné al ver esa forma de expresar los sentimientos tan pura y quise hacer una canción dedicada a esas cartas. En la carta pone todo eso de que esta canción te ilumine y todo eso, así que no es exactamente la carta, sino la carta convertida en canción”.
RL: Y el resto del disco, ¿no sigue por ahí?. Es un camino muy apetecible.
MR: “Son todo fragmentos de diario pero cada vez mas adultos y mas complejos (risas). Comienza siendo muy naïf y poco a poco se va oscureciendo el propio concepto del amor. El disco es el proceso de una ruptura pero yo lo he querido convertir en una especie de resumen de rupturas y sobre todo de evolución del concepto del amor y de cómo lo entiendo y cómo se va volviendo mas complejo con la edad y los desengaños”.
RL: Es entonces una historia circular, ¿no? ¿No crees que al final regresamos a escribir esas cartas otra vez? ¿Que es un viaje que empieza y acaba en el mismo sitio?
MR: “Esa es la idea. Llega un punto en el que ves que te has perdido en el camino o que lo has complicado todo y hay que volver a esa sencillez. Creo que es un poco lo que estoy haciendo con este disco”.

RL: Es increíble cómo no podemos librarnos de ese camino que parte de la sencillez y lo esencial para volver a ellas y en el que lo único que hacemos es visitar lo complejo y prescindible, ¿no? ¿Por qué no sabremos ya a los quince que no hay nada mas? (risas)
MR: “Supongo que es un proceso de autoconocimiento y búsqueda personal. El amor es un ejemplo pero sirve para todo en la vida. Hay gente que no necesita hacer todo ese recorrido, pero otros sí lo necesitamos”.
RL: Bueno, yo debo de ser de los primeros.
MR: “En lo musical está siendo un poco igual. He hecho discos conceptuales como Eclíptica (2018), en el que hablaba de mi fascinación por la figura de mi tío, por la astronomía, y buscaba paralelismos con mi vocación por la música, al final en ello también hay un poco una huida de la exposición, el hablar de mí por medio de otros. Un poco de aburrimiento y rechazo a mi propia neura y conflictos, hablo de mí, porque siempre se habla de uno mismo pero por medio de otros”.
RL: ¿Y cómo nos ayuda hacer canciones a la hora de combatir nuestras neuras?, me pregunto. Es indiscutible que hay una parte terapéutica, en algunos esa parte puede ser el todo, ¿pero como se concreta, en qué nos ayuda? En mi caso, no sé si podría explicarlo
MR: “Para mí hacer canciones es una forma de vivir, me he acostumbrado cada tanto tiempo a hacer un resumen o fotografía del momento, que se convierte en disco. Es una forma de procesar lo que sucede dentro y fuera, un álbum vital”.
“Cuando era joven sentía un rechazo a escucharme bastante importante, pero con los años he aprendido a quererme musicalmente”.
RL: Tal vez se trata de unir a quien eres por dentro con quien eres por fuera.
MR: “Sí, es una manera de explicarlo. Yo escucho mis viejos discos, escucharme me da fuerza cuando estoy baja. No tengo una autoestima muy alta pero sí hay un punto de decir, “joder, he hecho esto y tiene mérito, hay luz en lo que he hecho y esa una aportación bonita al mundo”. Me lo reconozco y me da fuerza. He aprendido a quererme y a valorar eso”.
RL: Esa sí que es una buena explicación de esa parte medicinal de la música. Valorar y querer lo que hace uno en lugar de revisitarse siempre en forma crítica o en un modo arrepentimiento es algo que algunos aún tenemos que ejercitar. Da esperanza escuchar que nunca es tarde.
MR: “He evolucionado: cuando era joven sentía un rechazo a escucharme bastante importante, pero con los años he aprendido. Tambien les dedico mas tiempo, son más conscientes. He aprendido a quererme musicalmente (risas). Aunque aún sigo criticándome, todavía pienso “ostras, esto no sera demasiado cursi, ¿no?” (risas)
RL: A lo cursi no hay que tenerle miedo, siempre hay un valor muy natural y verdadero en caer en ello, es difícil fingirlo, aunque no imposible. Me cuenta que en “Recordarte” ese miedo estaba muy presente. Quizás por eso me gusta tanto.
MR: “Para mí lo primero es la melodía, empiezo a tararear algo y después vienen las palabras, pero lo más directo es la melodía. Toco muy poco, solo cuando quiero hacer un disco pienso “¡voy a hacer un disco!” Soy de metas ambiciosas (risas). Bueno, alguna vez, cuando estoy triste o frustrada, escribo alguna canción suelta que dejo guardada. Las canciones siempre salen de un sentimiento mas melancólico, lo bonito es convertirlo luego en algo esperanzador y luminoso. Que no sea una derrota total”.
RL: Haces un poco lo que decía Woody Allen en Annie Hall (1977), utilizar el arte para hacer que salga bien lo que en la vida sale mal
MR: “Sí, es un poco eso (risas )”.

RL: “Recordarte”, esta primera canción, me transmite, como ya he dicho antes, una calidez especial, un sonido natural y directo. ¿Ha cambiado algo en cuanto a sonido con respecto a los anteriores discos?
MR: “Con el disco anterior empecé a trabajar con Joel Condal, un chico de Barcelona al que amo profundamente y con pienso trabajar siempre. En este disco está tambien él, el estudio es el mismo, las músicas son también las mismas, y lo que quizás ha cambiado, aunque no es tan nuevo, es que yo he estado muy encima de todo el proceso. Siempre me ha gustado estar muy encima de todo, soy muy pesada y opino de todo, pero esta vez me he involucrado más si cabe. Me gustaría producir desde la parte artística. El sonido, no. No tengo paciencia, ni conocimientos, ni me atrae lo suficiente. Algo cercano a mi universo, sería bonito y me siento capaz pero, como en las colaboraciones, tiene que ser algo que me guste realmente, no hacerlo porque sí”.
RL: ¿Y la literatura? Maria publicó hace unos años Duermevela (2015), un libro donde narra sus sueños, que no ha tenido continuación. Muchas de sus canciones son poemas, le nombro “Oscuro Canto” o “La Nana del Agua”.
MR: “Yo soy escritora de canciones. Tal vez estoy más cerca de la poesia, de ser poeta, con muchas comillas, que de ser escritora de novelas, pero no creo que sea lo mismo. Mi forma de expresar, de procesar y de pensar es abstracta, tiene que ver con lo rítmico, las imágenes y lo emocional más que con construir un relato. En la novela y el relato se usa mucho lo racional y yo soy emocional. Cuando me he puesto a escribir me he dado cuenta de que desde lo intelectual no creo tanto, tengo otro canal abierto, más instintivo y emocional. He intentado escribir varias veces, pero lo acabo dejando porque me siento frustrada porque siento que no domino ese lenguaje, que mi lenguaje es la música y lo otro lo siento forzado, tengo la inquietud pero me desanimo”.
RL: Está clarísimo, no es fácil navegar por canales extraños. Sin embargo, insisto en la poesía.
MR: “No siento la necesidad de escribir poesía. Tengo un amigo que dice que soy poeta, que lo soy por mi forma de pensar. A mí lo que me lleva a escribir son las canciones, las palabras solas se me quedan un poco secas. Con lo que más conecto es con la música. Las palabras son una consecuencia de la música”.
“Toda la gente que hace cosas artísticas parte de un conflicto interno, el arte es como el síntoma de una enfermedad, pero que genera belleza”.
RL: Sea el canal que sea, lo importante es seguir navegando. Yo encuentro poesía en sus canciones, en la forma y en el fondo, y lo demás da igual. Lo que cuenta y suma y ayuda es partir, no quedarse en tierra.
MR: “Yo creo que toda la gente que hace cosas artísticas parte de un conflicto interno. El arte es como el síntoma de una enfermedad, pero que genera belleza: es como una sanación y un síntoma a la vez. Se trata de resolver ese conflicto. Cada uno escoge el código y el canal que le sirve, y también decide la distancia desde donde se muestra”.
RL: La soledad del cantautor, del que ella también habla, y yo suscribo. También depende de la distancia desde donde decidas mostrarte.
MR: “Se trata de construir un pequeño mundo que tú puedas manejar”.
RL: Seguimos hablando de las canciones con The New Raemon, de amigos, de Coque Malla, de su admirado Jose Domingo, de Nacho Vegas y lo bonita que es “Ser árbol”. De Miren Iza y nuestras aventuras hosteleras y después volvemos al amor. Le recuerdo una frase suya que leí en una entrevista y que me gustó mucho, una frase sobre el amor en estos tiempos”.
MR: “Ahora suena un poco a abuela (risas). No, en serio, la suscribo totalmente. Creo que es curioso que suene conservador hablar sobre un amor que lo supere todo: lo volátil, el dejar a la otra persona a la mínima o incluso ese concepto tan cercano al capitalismo que nos domina ahora del poliamor. Ese capitalismo se ha apoderado casi también de nuestra forma de relacionarnos y del amor, eso me espanta. Es casi mas “antisistema” reivindicar otra forma. Respeto todo, por supuesto, pero a mí me horroriza la frivolidad y el consumismo asociado al amor”.

RL: Y nos ponemos solemnes hablando de la vida.
MR: “La vida, al final, es ir perdiendo cosas, ir soltando: hay una pérdida natural en el dejar ir, en el transformar, pero no, es como que queremos aferrarnos a la juventud, a no perder nada y eso es una locura porque la vida es ir perdiendo cosas”.
RL: Y ganándolas, ¿no?
MR: “Sí, pero al final acabamos soltando todo, hasta la propia vida, ¿no?”
RL: No buscamos conclusiones pero yo lanzo algo parecido a una: “quizás al final lo realmente importante es la herencia, lo que te dejan y lo que dejas”.
MR: “La mía son las canciones”.
RL: Y casi sin darme cuenta, ha pasado una hora larga de conversación muy interesante, llena de luz y claridad. Maria desprende una tranquilidad contagiosa, una amabilidad bonita y la misma calidez que suena en “Recordarte” está en sus respuestas y en su forma de entender y explicar lo que siente y lo que vive. Quedamos en echarnos un cable para que ella pueda venir a tocar a Bilbao de una vez y ella en ayudarme en mi sueño de ir a cantar a Mexico.
MR: “El mío es ir a Japón”.
RL: En eso puedo ayudar menos, pero tambien lo intentaré.
(Foto de portada: Erika Prüfert)